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Vacunas de ARNm: Preguntas y respuestas clave

En los últimos años, las vacunas de ARN mensajero (ARNm) se han convertido en un tema central en biotecnología y salud pública. Este tipo de vacuna, que ganó protagonismo por su papel durante la pandemia de la COVID-19, representa un enfoque innovador en la prevención y el tratamiento de enfermedades. A continuación, presentamos un artículo estructurado en torno a preguntas frecuentes sobre las vacunas de ARNm, con respuestas basadas en información científica actualizada. Cada sección aborda una inquietud común, desde su funcionamiento hasta su seguridad, y explora el futuro de esta tecnología.

¿Qué vacunas utilizan ARNm?

Actualmente, las únicas vacunas de ARNm aprobadas para uso humano son las desarrolladas contra la COVID-19. En concreto, la vacuna Comirnaty de Pfizer-BioNTech y Spikevax de Moderna utilizan tecnología de ARNm para inducir inmunidad frente al SARS-CoV-2. Estas vacunas se han administrado a cientos de millones de personas en todo el mundo, con una alta eficacia en la prevención de casos graves de COVID-19.

Otras empresas también han trabajado en vacunas de ARNm. Por ejemplo, la empresa alemana CureVac fue una de las pioneras en la investigación de vacunas de ARNm contra la rabia, la gripe y otras enfermedades, aunque su primer candidato frente a la COVID-19 no alcanzó la eficacia deseada. En China, compañías como Walvax han desarrollado candidatos de vacunas de ARNm contra la COVID-19, y farmacéuticas globales como Sanofi o GSK han invertido en esta plataforma tecnológica. Todo ello refleja un amplio interés internacional por las vacunas de ARNm como nueva herramienta para combatir enfermedades infecciosas.

¿Qué hace el ARNm en el cuerpo?

Las vacunas de ARNm funcionan de manera diferente a las vacunas tradicionales. En lugar de introducir un virus atenuado o inactivado, o una proteína viral, estas vacunas entregan un fragmento sintético de ARN mensajero que contiene las instrucciones para producir una proteína específica del patógeno. Una vez que el ARNm entra en nuestras células (especialmente en las células musculares cercanas al lugar de la inyección), actúa como plantilla para que la célula produzca la proteína viral objetivo, por ejemplo, la proteína espiga del coronavirus.

Al producir esta proteína extraña, el sistema inmunitario la reconoce como una amenaza y desencadena una respuesta defensiva: genera anticuerpos específicos y células inmunitarias entrenadas para atacar al patógeno real. Es importante subrayar que el ARNm de la vacuna no entra en el núcleo de la célula ni altera el ADN humano. Además, una vez que ha cumplido su función, el ARNm se degrada rápidamente dentro de la célula y se elimina del organismo. Así, la vacuna permite que nuestro cuerpo practique y prepare sus defensas sin exponernos al virus completo ni causar la enfermedad. En esencia, el ARNm en el cuerpo actúa como un mensajero temporal que enseña a nuestro sistema inmunitario cómo protegerse, y luego desaparece.

Infografía que muestra el proceso en 5 pasos sobre cómo funcionan las vacunas de ARNm: inyección, entrada en la célula, producción de proteínas, activación del sistema inmunitario y protección.

¿Es segura la vacuna de ARNm?

Sí. Las vacunas de ARNm han demostrado un perfil de seguridad muy positivo. Al igual que otras vacunas, pasaron por ensayos clínicos rigurosos y recibieron la aprobación de agencias reguladoras como la FDA (en EE. UU.) y la EMA (en Europa) tras confirmar su seguridad y eficacia. Millones de personas han sido vacunadas con fórmulas de ARNm en los últimos años, y la vigilancia continua no ha encontrado efectos adversos generalizados ni a largo plazo vinculados a estas vacunas. De hecho, los expertos afirman que es mucho más probable sufrir consecuencias graves por contraer una enfermedad prevenible que por la vacunación en sí.

Existen razones biológicas claras que respaldan su seguridad. En primer lugar, las vacunas de ARNm no contienen virus vivos, por lo que no pueden causar la enfermedad que buscan prevenir. Además, el ARNm no interfiere con nuestro genoma: no entra en el núcleo celular ni modifica el ADN, y permanece en el organismo solo el tiempo necesario para generar inmunidad. Los efectos secundarios más comunes son similares a los de otras vacunas (ver sección sobre efectos secundarios) y suelen ser leves y de corta duración. Los efectos adversos graves, como reacciones alérgicas fuertes o inflamación del corazón, son extremadamente raros y han ocurrido principalmente en poblaciones específicas, generalmente con una evolución clínica benigna. En resumen, según la evidencia disponible, las vacunas de ARNm se consideran seguras y una herramienta fundamental para la salud pública.

¿Cuánto tiempo permanece en el cuerpo?

Una preocupación común es cuánto tiempo permanece la molécula de ARN mensajero (mRNA) de la vacuna en el cuerpo. La respuesta es: muy poco tiempo. El mRNA es, por naturaleza, una molécula inestable y de vida corta; fuera de las células, se degrada rápidamente. Tras la vacunación, el mRNA permanece en el cuerpo solo el tiempo necesario para que las células produzcan la proteína objetivo y se active el sistema inmunitario, un proceso que dura, como mucho, unos pocos días.

Nuestros cuerpos cuentan con enzimas y mecanismos diseñados para descomponer el ARN mensajero una vez ha cumplido su función. De hecho, dentro de las células, el mRNA se recicla constantemente: tras producir las proteínas indicadas, se destruye y se elimina. Los estudios y los datos de seguimiento han confirmado que el mRNA de las vacunas no permanece a largo plazo en ningún tejido. Lo que deja es la respuesta inmunitaria entrenada (anticuerpos y células de memoria), que puede durar meses o incluso años, protegiéndonos frente a la enfermedad. Por tanto, la molécula de mRNA cumple su misión y luego desaparece rápidamente, sin dejar rastro en el organismo.

¿Qué enfermedades puede tratar el mRNA?

La plataforma de vacunas de mRNA abre la puerta al tratamiento de múltiples enfermedades, tanto infecciosas como no infecciosas. En el ámbito de las enfermedades infecciosas, el mRNA puede adaptarse para codificar proteínas de diversos virus y patógenos, lo que permite desarrollar, al menos en teoría, vacunas contra muchas afecciones. Ya ha demostrado su eficacia frente a la COVID-19, y se han investigado vacunas experimentales de mRNA para la gripe, la rabia, el virus del Zika, el virus respiratorio sincitial (VRS), entre otros. Aunque muchas de estas vacunas aún se encuentran en fase de investigación, los primeros resultados indican que el mRNA es una plataforma versátil para prevenir enfermedades causadas por virus muy distintos.

Más allá de las infecciones, las vacunas de mRNA también pueden utilizarse con fines terapéuticos. Un ejemplo a destacar es su potencial en el tratamiento del cáncer. Desde hace años, los científicos investigan vacunas personalizadas de mRNA que ayudan al sistema inmunitario a reconocer y atacar tumores específicos. Actualmente, se están llevando a cabo ensayos clínicos de vacunas de mRNA dirigidas contra distintos tipos de cáncer (como el melanoma, el cáncer de páncreas o el colorrectal), a veces en combinación con inmunoterapias para potenciar la respuesta del organismo. Aunque todavía no se ha aprobado ninguna vacuna oncológica de mRNA, los resultados iniciales son prometedores y apuntan a que esta técnica podría dar lugar a nuevos tipos de vacunas terapéuticas en el futuro.

En resumen, el ARN mensajero (mRNA) tiene el potencial de abordar una amplia gama de enfermedades. Cualquier afección en la que pueda identificarse una proteína clave como objetivo, ya sea de origen viral, bacteriano o una proteína anómala en células cancerosas, puede tratarse potencialmente con una vacuna de mRNA que instruya al cuerpo para combatirla. Esto abarca desde infecciones emergentes hasta enfermedades complejas como el cáncer, y representa una frontera prometedora en la medicina preventiva y personalizada.

¿Cuál fue la primera vacuna de mRNA?

Aunque la investigación sobre vacunas de mRNA lleva décadas en marcha, la primera vacuna de mRNA aprobada para uso general en la población fue la vacuna contra la COVID-19 desarrollada en 2020. Concretamente, la vacuna de Pfizer-BioNTech (Comirnaty) recibió autorizaciones de uso de emergencia a finales de 2020 en varios países (como el Reino Unido y Estados Unidos), convirtiéndose en la primera vacuna de mRNA utilizada a gran escala en seres humanos. Poco después, le siguió la vacuna de Moderna (Spikevax), aprobada a principios de 2021. Ambos fármacos marcaron un hito histórico, al demostrar por primera vez la eficacia de esta tecnología en la prevención de enfermedades.

Curiosamente, antes de la pandemia de COVID-19 ya se habían llevado a cabo ensayos clínicos con vacunas de mRNA, aunque ninguno dio lugar a vacunas autorizadas. Por ejemplo, entre 2013 y 2017 se probaron en humanos vacunas experimentales de mRNA contra la rabia, y se realizaron ensayos en animales para enfermedades como el ébola. Sin embargo, la emergencia sanitaria mundial de 2020 aceleró de forma drástica el desarrollo y la aprobación de una vacuna de mRNA. Como señaló la Agencia Europea de Medicamentos, “la primera vacuna de mRNA aprobada en Europa fue en 2020 contra la COVID-19”. Este hecho marcó el inicio de una nueva era en la vacunología.

¿Cuáles son los efectos secundarios?

Como cualquier vacuna o medicamento, las vacunas de ARNm pueden provocar efectos secundarios, aunque en la gran mayoría de los casos son leves y de corta duración. Los efectos adversos más comunes asociados a las vacunas de ARNm (principalmente observados con las vacunas contra la COVID-19 de Pfizer-BioNTech y Moderna) incluyen: dolor o sensibilidad en el lugar de la inyección, enrojecimiento o hinchazón en el brazo, fatiga, dolor de cabeza, fiebre baja, escalofríos y dolor muscular o articular. Estos síntomas suelen ser señales de que el sistema inmunitario se está activando y, por lo general, desaparecen por sí solos en uno o dos días. Muchas personas solo presentan una molestia local leve.

Los efectos secundarios graves son poco frecuentes. Las reacciones alérgicas graves (como la anafilaxia) son posibles, pero extremadamente raras, motivo por el cual se recomienda un período de observación de 15 a 30 minutos tras la administración de la vacuna como medida de precaución. Otro efecto poco común asociado a las vacunas de ARNm contra la COVID-19 es la miocarditis o pericarditis, es decir, la inflamación del corazón o del tejido que lo rodea. Este efecto se ha observado principalmente en varones jóvenes tras la segunda dosis y ocurre con una frecuencia muy baja (alrededor de unas pocas decenas de casos por cada millón de vacunados). Además, los casos notificados han sido en su mayoría leves, han respondido bien al tratamiento y se han resuelto con recuperación completa en la mayoría de los pacientes. Organismos reguladores como la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) han concluido que la miocarditis relacionada con la vacuna es muy poco común y que los beneficios de la vacunación superan ampliamente este riesgo infrecuente.

En resumen, los efectos secundarios de las vacunas de ARNm son similares a los de otras vacunas modernas. La mayoría de las personas experimentará síntomas leves y temporales o ninguno, y solo una proporción muy pequeña sufrirá efectos graves. La vigilancia global durante los últimos años respalda firmemente la seguridad de estas vacunas, y los posibles riesgos poco frecuentes son supervisados cuidadosamente por las autoridades sanitarias.

¿Qué marcas fabrican vacunas de ARNm?

Varias de las principales empresas biotecnológicas y farmacéuticas están detrás del desarrollo y fabricación de vacunas de ARNm. Las marcas más conocidas son, sin duda, Pfizer-BioNTech y Moderna. Pfizer (una multinacional con sede en EE. UU.) se asoció con la empresa biofarmacéutica alemana BioNTech para crear la vacuna Comirnaty contra la COVID-19, mientras que Moderna (una empresa estadounidense) desarrolló de forma independiente la vacuna Spikevax. Ambas organizaciones aprovecharon años de investigación previa en ARNm y, en un tiempo récord, produjeron las primeras vacunas de ARNm aprobadas durante la pandemia.

Otra empresa pionera es CureVac, una start-up alemana que lleva más de 20 años centrada en la tecnología de ARNm. CureVac realizó ensayos clínicos de vacunas de ARNm contra la rabia y otros virus antes de 2020. Aunque su primera vacuna contra la COVID-19 no alcanzó los niveles óptimos de eficacia, la compañía sigue trabajando en el desarrollo de una vacuna de ARNm de segunda generación en colaboración con otras empresas.

Además de estas, gigantes farmacéuticos como Sanofi (en alianza con Translate Bio) y GlaxoSmithKline (GSK) han invertido en proyectos de vacunas de ARNm para la gripe y otras enfermedades. En Asia, empresas como Walvax y Abogen, en China, han desarrollado sus propias vacunas de ARNm contra el coronavirus. Gobiernos y coaliciones internacionales, con el respaldo de la OMS, también están promoviendo centros de transferencia tecnológica para que más países puedan producir vacunas de ARNm.

En resumen, aunque Pfizer-BioNTech y Moderna son las marcas insignia asociadas a las vacunas de ARNm, existe todo un ecosistema de empresas innovadoras (como CureVac, BioNTech, Moderna, entre otras) y grandes farmacéuticas tradicionales que están entrando en este campo. Esta colaboración internacional está ampliando la capacidad de producción y el alcance de las vacunas de ARNm en todo el mundo.

¿Cómo se desarrollaron estas vacunas?

Las vacunas de ARNm pueden parecer un avance repentino, pero en realidad son el resultado de décadas de investigación científica. El ARN mensajero fue descubierto en 1961, lo que sentó las bases teóricas para su uso. Sin embargo, durante mucho tiempo se consideró demasiado inestable para aplicaciones médicas: es una molécula monocatenaria que se degrada rápidamente fuera de entornos controlados. Para poder utilizar el ARNm como vacuna, los científicos tuvieron que superar varios desafíos:

  • Estabilidad del ARNm: En la década de 1970, se logró un avance clave al encapsular el ARNm en una capa lipídica, lo que lo protegía de la degradación. Este recubrimiento graso forma una nanopartícula que permite al ARNm llegar intacto al interior de las células.

Estas nanopartículas lipídicas protegen el ARNm y facilitan su entrega en el interior de las células. Esta innovación fue esencial para superar la fragilidad natural del ARNm, ya que sin protección, el cuerpo lo destruiría antes de que pudiera cumplir su función. Al encapsularlo en nanopartículas lipídicas, se permite que el ARNm entre en las células y dirija la producción de proteínas antes de degradarse.

  • Producción de ARNm sintético: Durante las décadas de 1980 y 1990 se lograron avances significativos. Los científicos aprendieron a producir moléculas de ARNm en el laboratorio y a modificarlas ligeramente para mejorar su rendimiento. En 2005, investigadoras como Katalin Karikó introdujeron modificaciones químicas (como la pseudouridina) al ARNm sintético para hacerlo menos visible al sistema inmunitario innato, evitando reacciones adversas y mejorando la expresión de proteínas. Esto consolidó la viabilidad de las vacunas modernas basadas en ARNm.

  • Ensayos previos a la pandemia: Entre 2009 y 2019 se realizaron ensayos clínicos en fase inicial para vacunas de ARNm contra enfermedades como la rabia, el VIH, la gripe y varios tipos de cáncer. Estos estudios a pequeña escala demostraron que las vacunas de ARNm podían generar respuestas inmunitarias en humanos. Empresas biotecnológicas emergentes como BioNTech y CureVac ya estaban probando vacunas de ARNm contra el cáncer antes de 2020, acumulando experiencia en formulación y dosificación.

  • La pandemia como catalizador: La llegada de la pandemia de COVID-19 a finales de 2019 y principios de 2020 fue el gran catalizador. La comunidad científica, que llevaba años perfeccionando la tecnología del ARNm, pudo diseñar vacunas contra el nuevo coronavirus de forma muy rápida. A los pocos días de obtenerse la secuencia genética del SARS-CoV-2, ya se habían creado candidatos vacunales. Nunca antes se había desarrollado una vacuna con tanta rapidez: el diseño, la producción y las primeras pruebas de seguridad y eficacia se completaron en menos de un año, cuando lo habitual es que el proceso lleve una década o más. Esto fue posible gracias a la investigación previa y a una colaboración sin precedentes entre centros de investigación, empresas y autoridades sanitarias.

Así, las vacunas de ARNm se desarrollaron gracias a la persistencia científica y la innovación tecnológica durante más de 30 años. Lejos de ser una invención apresurada, son el resultado de múltiples iteraciones y aprendizajes: desde cómo proteger la molécula, hasta cómo fabricarla a gran escala. La pandemia ofreció la oportunidad de demostrar su potencial a nivel global, validando décadas de esfuerzo en laboratorios de todo el mundo.

¿Qué enfermedades se están estudiando para el uso de vacunas de ARNm?

Tras el éxito frente a la COVID-19, la atención se ha centrado en aprovechar la tecnología de ARNm para otras enfermedades. Actualmente, se están investigando vacunas de ARNm para diversas enfermedades infecciosas de alto impacto, así como para problemas de salud complejos. Las patologías en estudio incluyen:

  • Enfermedades infecciosas emergentes: Actualmente se están realizando ensayos clínicos de vacunas de ARNm dirigidas a virus como la gripe estacional, el virus respiratorio sincitial (VRS) y el virus del Zika, entre otros. Estos patógenos suponen amenazas persistentes o reemergentes, y las vacunas de ARNm podrían ofrecer respuestas más rápidas frente a mutaciones o nuevos brotes.

  • VIH/SIDA: El virus de la inmunodeficiencia humana ha eludido durante décadas el desarrollo de una vacuna eficaz. La flexibilidad del ARNm ofrece una nueva vía para intentar crear vacunas contra el VIH, diseñando secuencias que entrenen al sistema inmunitario para neutralizar este virus altamente variable. Varias instituciones, incluida la Iniciativa para la Vacuna contra el VIH, están trabajando en prototipos de vacunas basadas en ARNm.

  • Malaria y tuberculosis: Son dos de las enfermedades infecciosas más mortales a nivel mundial. Ya se están llevando a cabo proyectos para desarrollar vacunas de ARNm contra la malaria y la tuberculosis, con el objetivo de mejorar o complementar las vacunas tradicionales existentes. Por ejemplo, BioNTech inició un ensayo clínico de fase I para una vacuna de ARNm contra la malaria en 2022, y también se está explorando una vacuna de ARNm para la tuberculosis, centrada en proteínas clave del Mycobacterium tuberculosis.

  • Cáncer: Más allá de las vacunas terapéuticas ya mencionadas, los investigadores están explorando el uso del ARNm para prevenir cánceres causados por virus (como una posible vacuna contra los cánceres asociados al virus de Epstein-Barr, o mejoras en la vacuna contra el VPH). Asimismo, se están probando vacunas personalizadas de ARNm contra el cáncer para entrenar al sistema inmunitario de los pacientes a atacar mutaciones específicas de sus tumores.

  • Otras aplicaciones: Los científicos también están investigando si las técnicas de ARNm podrían utilizarse para inducir tolerancia en enfermedades autoinmunes o regenerar tejidos mediante factores de crecimiento. Además, existe interés en terapias con ARNm que no sean vacunas, como el tratamiento de enfermedades genéticas mediante el suministro de ARNm que codifique una proteína funcional que el paciente no puede producir. Estas aplicaciones aún se encuentran en fases iniciales, pero reflejan el amplio abanico de posibilidades que ofrece esta tecnología.

En conclusión, la investigación sobre vacunas de ARNm abarca desde enfermedades infecciosas clásicas (gripe, VIH, malaria, etc.) hasta el cáncer y las enfermedades raras. La rapidez con la que se puede diseñar un ARNm para un nuevo objetivo mantiene a la comunidad científica optimista sobre su potencial para futuras vacunas. Actualmente hay numerosos ensayos clínicos en marcha en todo el mundo, y es probable que en los próximos años veamos las primeras vacunas de ARNm no relacionadas con la COVID-19 hacerse realidad.

¿En qué se diferencia de otras vacunas?

Las vacunas de ARNm se diferencian fundamentalmente de otros tipos tradicionales de vacunas (como las de virus inactivados, virus atenuados o vacunas de subunidades proteicas):

  • Mecanismo de acción: La diferencia clave está en lo que se introduce en el cuerpo. Las vacunas clásicas suelen administrar directamente el antígeno (por ejemplo, una proteína viral) o incluso el patógeno completo atenuado o inactivado. En cambio, las vacunas de ARNm solo introducen el plano genético (el ARNm) para que nuestras propias células produzcan el antígeno inofensivo. Es decir, convierten al cuerpo en la “fábrica” de la proteína inmunogénica. Esto elimina cualquier riesgo de infección por la vacuna, ya que no se inyecta ningún virus vivo.

  • Rapidez y adaptabilidad: Las vacunas de ARNm se diseñan y fabrican con mucha mayor rapidez que las tradicionales. Una vez se conoce la secuencia genética de un patógeno, se puede sintetizar el ARNm correspondiente en cuestión de semanas. No es necesario cultivar virus en huevos o células durante meses, como ocurre con algunas vacunas clásicas. Esta plataforma basada en el "código genético" permitió desarrollar vacunas en tiempo récord durante la pandemia (menos de un año, cuando lo habitual es de>5 a 10 años). Además, si un virus muta, actualizar una vacuna de ARNm es tan sencillo como modificar su secuencia genética, un proceso mucho más ágil que reformular una vacuna convencional.

  • Composición y fabricación: Las vacunas tradicionales suelen contener adyuvantes químicos para potenciar la respuesta inmunitaria; en cambio, las vacunas de ARNm generalmente no los necesitan, ya que la propia introducción del ARNm (y la producción posterior de la proteína) estimula de forma natural al sistema inmunitario. Estas vacunas se formulan con nanopartículas lipídicas (gotas microscópicas de grasa) que protegen el ARNm y facilitan su entrada en las células, algo que no está presente en la mayoría de las vacunas clásicas. En cuanto a su fabricación, el ARNm se produce mediante un proceso biotecnológico sintético (transcripción in vitro), distinto al cultivo viral o la purificación de proteínas, y puede escalarse rápidamente una vez optimizado.

  • Conservación: Una diferencia práctica importante es que las primeras vacunas de ARNm requerían almacenamiento ultrafrío (por ejemplo, -70 °C en el caso de Pfizer-BioNTech) debido a la fragilidad del ARNm. En cambio, muchas vacunas tradicionales se conservan simplemente en refrigeración (entre 2 y 8 °C). No obstante, se están desarrollando nuevas formulaciones para mejorar la estabilidad del ARNm. Además, las vacunas de ARNm suelen presentarse en viales multidosis congelados, mientras que otras vacunas pueden venir en dosis individuales listas para usar.

En resumen, las vacunas de ARNm se diferencian por su enfoque basado en la genética: en lugar de suministrar directamente el antígeno o el microorganismo, entregan las instrucciones para que el cuerpo lo produzca. Esto ofrece ventajas como una rápida velocidad de desarrollo y una fuerte respuesta inmunitaria, aunque también plantea desafíos como los requisitos iniciales de cadena de frío. A pesar de estas diferencias, el objetivo final es el mismo que en cualquier vacuna: preparar al sistema inmunológico de forma segura y eficaz para defenderse de un patógeno.

Conclusión

Las vacunas de ARNm han revolucionado la inmunología al demostrar una nueva forma de proteger la salud. Su desarrollo rápido y capacidad de adaptación las convierten en una herramienta valiosa frente a pandemias y otras enfermedades complejas. Aunque aún existen desafíos, como mejorar su estabilidad y ampliar su uso a más patologías, el éxito frente a la COVID-19 ha validado décadas de investigación y ha abierto un camino prometedor para las vacunas del futuro y las terapias génicas.

En este avance, el papel de la industria biotecnológica y de sus proveedores tecnológicos es fundamental. Empresas como TECNIC han impulsado el progreso de la biotecnología al ofrecer herramientas y equipos esenciales para llevar estas vacunas del laboratorio a la producción a gran escala. Por ejemplo, los biorreactores y los sistemas de filtración de flujo tangencial (TFF) de TECNIC permiten un cultivo celular óptimo y una producción eficiente de ARNm, garantizando una transición fluida desde la investigación hasta la fabricación industrial. Estas innovaciones tecnológicas aseguran que las vacunas de ARNm puedan producirse de forma segura, rápida y en cantidades suficientes para satisfacer las necesidades globales. Como destaca TECNIC, sus biorreactores pueden adaptarse a las exigencias específicas de las vacunas de ARNm, reflejando un compromiso con la excelencia y la innovación en salud pública.

En resumen, la suma de avances científicos y el apoyo de empresas especializadas ha hecho que las vacunas de ARNm sean una realidad. A medida que sigamos explorando nuevas aplicaciones (desde el cáncer hasta la malaria) y mejorando estas vacunas, la colaboración entre la ciencia y la industria será clave. Gracias a esta sinergia, avanzamos hacia un futuro en el que la prevención y el tratamiento de enfermedades serán más ágiles, accesibles y eficaces que nunca.

mRNA Vaccine FAQs

Frequently Asked Questions about mRNA Vaccines

1. What is an mRNA vaccine?

It is a vaccine that uses messenger RNA instructions to help your cells produce a viral protein and trigger an immune response against it.

2. Are mRNA vaccines safe?

Yes. They have been widely studied and administered to millions of people, showing a strong safety profile and mostly mild, short-term side effects.

3. What diseases can mRNA vaccines prevent?

Currently they prevent COVID-19, but vaccines are being developed for flu, rabies, HIV, RSV, malaria, tuberculosis, and even certain types of cancer.

4. Does mRNA affect your DNA?

No. mRNA does not enter the cell’s nucleus and does not interact with your DNA. It is broken down naturally by the body shortly after doing its job.

5. How long does mRNA stay in the body?

Just a few days. Once the viral protein is produced, the body quickly degrades and eliminates the mRNA through natural processes.

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